P: ¡Hola Pepillo!
P: ¡Hola Manuel! ¿Qué tal Rosarillo?
R: ¡Buenas José!
M: Me'nterao que en la montería que dicen tu coto habéis destrozao a toda la fauna que allí se escondía.
P: ¡Alá, exagerao! Sólo hemos matao cuatro mil perdices, doscientos palomos y treinta venaos y unos cuantos bichos no identificaos.
R: ¡Animales!
M: ¿Por qué no viniste?
P: Porque di una fiesta en la finca para celebrar la subida del trigo y la avena y la polio que sufre el jornal.
R: ¡Hay que ver!
M: ¿Y la fiesta que tal resultó?
P: ¡Casi ná! Al final cuando ya todo el mundo se había desquitao, me quedé con Pilar la vaquera y
M: ¿Te has fijao? ¡Ahí es ná!
R: ¡Eso está muy bien!, ¡eso está muy bien! Y aquí tienen a una servidora que mientras ustedes ensucian la alberca o matan bichitos sin ton y sin son, yo me paso semanas y años de misa al rosario, y de extraordinario los estrenos de televisión. ¡Y es que no pué ser!, ¡es que no pué ser! Nuestra vida debe de cambiar, que no puede ser que unos vivan de barba y bigote usando el capote a su voluntad y una servidora se pegue mil trotes de casa a la iglesia, pa no sacar ná. Y cuidao, que en el campo, y no es que me importe, los pobres peones nos tienen fichaos.
M: ¡Anda ya!
P: ¡Anda ya!
R: Si yo ando, pero más deprisa tendremos que andar si a esa gente se le hincha la frente, nos coge del cuello y nos manda a segar.
M: ¿Yo a segar?
R: ¡Tú a segar!
P: ¿Yo a segar?
R: ¡Tú a segar! Y yo ya me veo con mandil y cofia, y fregando pisos en la capital.